Leyenda de los tradicionales Camotes Poblanos
Por Elizabeth Romero González (Directora General del IESEG)
Fue en el año de 1676 cuando una jovencita de trece años de edad, llamada “Angelina”, fue llevada por sus padres con las religiosas de Santa Inés para ser enclaustrada como novicia, debido a su precoz inteligencia e inquietud física, cultural e intelectual. Todo lo que tenía encomendado en la cocina lo desempeñaba muy bien, por lo que la nombraron como responsable de la despensa. Ésta era variada y abundantemente surtida con las donaciones de casas particulares y comercios, pero resaltaba por la frecuencia, el camote, que de distintos pueblos de la Mixteca Poblana les traían, por tal motivo, éste era consumido en el desayuno, comida y merienda, ya fuera, asado o hervido.
En una ocasión, estaba por llegar una importante visita: el Señor Obispo, Don Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, a lo cual, la madre superiora pretendía obsequiarle alguna golosina exquisita y desconocida para él, por lo que Angelina pensó preparar algo de lo que abundaba en la despensa, camote! y aunque ninguna apoyó la idea, Angelina de inmediato, empezó a preparar algo que ni ella misma sabía cuál sería el resultado. Hirvió en agua los tubérculos a fuego suave y después de realizar una pasta consistente, agregó buena ración de piña y azúcar, dejó enfriar y empezó a hacer pequeñas porciones dándoles la forma de bollos; después decoró con pinturas vegetales.
El Obispo, degustó los exquisitos dulces y pidió a la madre superiora, le pusieran en una cajita algunas piezas para regocijarse en los subsecuentes días. Angelina recibió felicitaciones y como premio, fue enviada al Convento de Santa Rosa donde fue considerada distinguida y mimada por un tiempo, pues no tenía vocación para monja. Años después, contrajo matrimonio, formando una feliz familia con muchos hijos, trabajando todos en un pequeño expendio de dulces que ellos mismos elaboraban, junto al Convento de Santa Clara, convirtiéndose en el producto predilecto y más vendible de su invento, que en cajitas de cartón ostentaban una etiqueta con la leyenda “Camotes de Santa Clara”.
Por Elizabeth Romero González (Directora General del IESEG)
Puebla de los Ángeles, ciudad reconocida por su historia, su arquitectura, sus atractivos turísticos y sobretodo por su gastronomía. Mucho se escucha del tradicional Mole Poblano, los exquisitos Chiles en Nogada, el suculento Mole de Caderas de Tehuacán, las gigantescas Cemitas, las riquísimas Chalupas, los alargados Molotes, los Pambazos, los tamales en sus diferentes rellenos y si de dulces se trata, los Camotes no pueden faltar!
Poco se sabe del origen de los dulces elaborados a base de camote, y que hoy en día son representativos de la ciudad de Puebla, razón por la cual se da a conocer su leyenda.
Fue en el año de 1676 cuando una jovencita de trece años de edad, llamada “Angelina”, fue llevada por sus padres con las religiosas de Santa Inés para ser enclaustrada como novicia, debido a su precoz inteligencia e inquietud física, cultural e intelectual. Todo lo que tenía encomendado en la cocina lo desempeñaba muy bien, por lo que la nombraron como responsable de la despensa. Ésta era variada y abundantemente surtida con las donaciones de casas particulares y comercios, pero resaltaba por la frecuencia, el camote, que de distintos pueblos de la Mixteca Poblana les traían, por tal motivo, éste era consumido en el desayuno, comida y merienda, ya fuera, asado o hervido.
En una ocasión, estaba por llegar una importante visita: el Señor Obispo, Don Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, a lo cual, la madre superiora pretendía obsequiarle alguna golosina exquisita y desconocida para él, por lo que Angelina pensó preparar algo de lo que abundaba en la despensa, camote! y aunque ninguna apoyó la idea, Angelina de inmediato, empezó a preparar algo que ni ella misma sabía cuál sería el resultado. Hirvió en agua los tubérculos a fuego suave y después de realizar una pasta consistente, agregó buena ración de piña y azúcar, dejó enfriar y empezó a hacer pequeñas porciones dándoles la forma de bollos; después decoró con pinturas vegetales.
El Obispo, degustó los exquisitos dulces y pidió a la madre superiora, le pusieran en una cajita algunas piezas para regocijarse en los subsecuentes días. Angelina recibió felicitaciones y como premio, fue enviada al Convento de Santa Rosa donde fue considerada distinguida y mimada por un tiempo, pues no tenía vocación para monja. Años después, contrajo matrimonio, formando una feliz familia con muchos hijos, trabajando todos en un pequeño expendio de dulces que ellos mismos elaboraban, junto al Convento de Santa Clara, convirtiéndose en el producto predilecto y más vendible de su invento, que en cajitas de cartón ostentaban una etiqueta con la leyenda “Camotes de Santa Clara”.
Si piensas visitar la ciudad de Puebla, recuerda caminar por la “Calle de los Dulces” o la “Calle de las Camoterías”, (mucha gente le llama así). Ésta se ubica en el centro histórico de la ciudad, en la 6 oriente entre 4 norte y 5 de Mayo, donde una gran variedad de dulces típicos y camotes decorados o no y en sus diferentes sabores naturales como piña, limón, naranja, coco y fresa, podrás encontrar. Toda una dulce sorpresa!
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